viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº4454

Noticias | 17 abr 2017

La industria pesquera tiene buena facturación, pero pierde competitividad.


Los fríos números del comercio exterior indican que la actividad pesquera tuvo un 2016 con balance positivo, exportaciones por casi US$1.700 millones, un saldo de la balanza comercial apenas por debajo de lo exportado, buen volumen de capturas en las especies emblemáticas del mar Argentino (merluza Hubbsi, calamar Illex y langostino) y precios razonablemente buenos. Pero luego de siete años de sobrevivir en la línea flotación entre 2009 y 2015, con un dólar atrasado, inflación, costos operativos crecientes y retenciones entre 5% y 10%, la industria pesquera aún busca recomponerse. Hoy el sector reclama por falta de competitividad y pérdida de mercados, debido a una política oficial que no logra revertir -vía acuerdos comerciales- los aranceles que debe pagar la pesquería nacional en terceros mercados. Esto sin mencionar el crecimiento de la flota china en aguas argentinas, a la que en su país le devuelven gastos portuarios y además ingresan la carga con arancel cero, mientras que los barcos nacionales pagan entre 12% y 18% de arancel. El combo se completa con elevados impuestos (Ingresos Brutos y otros), costos de operación en puertos, infraestructura portuaria deficiente, y elevados costos laborales (no salariales), según declaran los empresarios. El tipo de cambio vigente desde fines de 2015 no modificó de modo radical la ecuación económica del negocio, como sí lo hizo en la producción agrícola. Es que además de las cuantiosas inversiones en barcos, reparaciones, repuestos e insumos, todas ellas dolarizadas, también una parte relevante de los salarios del personal embarcado (en el langostino es más del 70% del salario) se paga sobre el valor de la pesca capturada. “Todo el mundo dice que el sector pesquero facturó el año pasado más de US$1.600 millones pero eso fue sólo por el langostino”, señala Antonio Solimeno, empresario pesquero marplatense y vicepresidente de la Cámara de la Industria Pesquera Argentina (CAIPA). Solimeno exporta el 80% de su producción, cuenta con 12 barcos y emplea a 890 personas, entre marineros y personal de tierra. Competitividad “Hasta mediados de 2016, con la devaluación más o menos estábamos recuperando, pero a partir de septiembre empezamos a perder de nuevo competitividad”, destaca Solimeno. En ese contexto, se pregunta si “en el 2017 los mercados responderán”. Y agrega: “Puedo tener buena facturación pero el problema es de rentabilidad, sólo en reparaciones navales invertimos el año pasado entre US$9 y 10 millones”. Desde el Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA), su titular Oscar Fortunato señala que “la economía global no está bien, con el langostino zafamos pero también hay una caída de los precios internacionales”. No obstante, admite que “el 2017 podría ser bueno para el calamar”. El punto que más preocupa es la pérdida de competitividad frente a otros países. A principios de marzo autoridades de CEPA se reunieron con el presidente Macri y funcionarios del área para analizar la coyuntura sectorial. “Hemos hablado de la necesidad de tener acuerdos comerciales con algunos países o la Unión Europea, no digo un TLC pero sí quizás acuerdos contingentes (cuotas de exportación anuales), un instrumento aceptado por la OMC”, explica Fortunato. Argentina tuvo vigente un acuerdo en el marco del Sistema General de Preferencias (SGP) de la Unión Europea hasta hace tres años. Con la caída del SGP los productos pesqueros nacionales pasaron de pagar 5% de arancel al 12%. En el caso de China el arancel llega al 18% y en México es del 20%. Brasil, por su parte, tiene cerrado su mercado a los productos argentinos, por el fuerte lobby de los productores de camarones, que aducen cuestiones fitosanitarias. Incentivos Tras la eliminación de reembolsos a los puertos patagónicos en diciembre de 2015, a través de un DNU que derogó el decreto 2.229/15, el Gobierno dispuso reintegros a la pesquería que van del 3% al 6,5%, según las especies exportadas. En la actualidad el Congreso tiene el DNU bajo estudio, para ratificarlo o rechazarlo, y en ese caso reimplantar los reembolsos. Mientras tanto, los productos de todos los puertos tienen los mismos reintegros, aunque los costos difieren sustancialmente según la ubicación.. “El flete sale dos a tres veces más de Puerto Deseado a Madryn que en Mar del Plata, la estiba cuesta tres veces más, y además, tenemos más costos de insumos, víveres y llevar la gente hasta allá, porque no hay marineros en la Patagonia, los tenés que llevar de Mar del Plata o Corrientes”, señala Eduardo Boiero, presidente de la Cámara de Armadores Pesqueros y Congeladores (Capeca), que agrupa en especial a la flota langostinera de la Patagonia. Por eso, añade, “los que operaban calamar en el sur se fueron a Mar del Plata por un tema de costos”. “La pesquería tiene varios problemas graves”, asegura Miguel Glikman, director de Exportación de Newsan Food. Entre ellos, menciona la falta de financiamiento, el costo de las ART, la carga impositiva y cierta obsolescencia de la flota pesquera. Pese a ello, Glikman destaca que “la pesca de calamar vino bien en los primeros meses del año después de un 2016 malo y esperamos una buena campaña de langostino”.(Fuente:  Diario Clarin)
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