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Noticias | 23 jul 2014

"Dónde están los pioneros de la pesca nacional"


Por César lerena “El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar la industria…”. Así reza la Constitución Nacional de 1853; y nos recuerda Roberto Pennisi, que ello y la pobreza de Europa en los inicios del siglo pasado, dio origen a una corriente migratoria hacia la Argentina de los primeros pescadores; muchos de ellos, hoy empresarios de primera o segunda generación.

 No parecen tener éstos la misma convicción e intuición de aquellos y no perciben que se enfrentan a la peor decadencia del sector. A la carencia absoluta de una administración idónea de la actividad que genera depredación, quebranto y pérdida de empleo, se sumaría luego la exigencia del ex Secretario Moreno “de a quienes importen deben exportar”; y con ello, la aparición de exportadoras como el Grupo Newsan que concentra exportaciones que ya se exportaban, a las que se agregarán, como en los granos, las “grandes operadoras de commodities”, a quienes quedarse con todo el sector pesquero les resultará un juego de niños.

 Qué hace la Argentina mientras tanto. Un artículo de La Capital del mes de mayo decía: “El imparable encarecimiento de los costos de producción hizo que en pocos meses se disolvieran los efectos de la devaluación”; ratificando que la pesca es cíclica, económica y socialmente, no por una cuestión de demanda, sino por la inflación argentina y una pésima política de administración pesquera. En el mismo artículo se leía: “el testimonio más elocuente de que las cosas siguen sin marchar bien, lo ofrece la Patagonia donde los altos costos internos provocaron la caída de numerosas compañías...”. Un modelo extractivo de bajo valor agregado, de escasa industrialización, cuyas empresas serán fagocitadas por las grandes operadoras estatales y supranacionales.

 El modelo argentino pesquero está absolutamente agotado; y en medio de tanto desatino, es una suerte que sea éste y no el recurso el agotado; aunque quedaron en el camino, más de un centenar de empresas y miles de operarios perdieron su empleo. Se aplauden los volúmenes de exportación, como si fuera un índice valioso, mientras los actores son incapaces de avizorar el futuro y dar previsibilidad a la actividad. Ocurre en el ámbito doméstico donde 15 empresas concentran el 50% de las exportaciones y ocurrirá en el campo internacional, si no se cambian las reglas de juego: “el pez grande se come al chico”. Chinos y rusos vienen por las materias primas.

 En más de 30 años, la Argentina no evitó que más de 100 buques capturen con licencia británica en Malvinas (FIS refiere a 500 poteros en Berkeley Sound); que junto a los que pescan en las adyacencias del Mar Argentino, son 300 buques extranjeros y más de un millón de toneladas de especies argentinas extraídas, que compiten con nuestras exportaciones. Todos los Acuerdos, desde los URRS-Búlgaros hasta el reciente ingreso de buques chinos, son decisiones políticas que atentan contra la industria nacional y la sustentabilidad del recurso.

Se recordará a Martinez de Hoz, Sorrouile y Cavallo como co-responsables de las quiebras empresarias de Mar del Plata; y a Felipe Solá, como el mayor responsable de la depredación pesquera en la década del 90. A su vez, en estos diez años, los Subsecretarios de Pesca -en su mayoría patagónicos- son responsables de la peor quiebra empresaria de la Patagonia desde el inicio de sus actividades en Pto. Madryn. Los funcionarios no entienden que la Pesca es una industria generadora de trabajo y la consideran una “moneda de cambio” y han adherido, por acción o sumisión  a una continua política de entrega, quiebra, depredación y desempleo. Y  ¿Qué efectos provocan en la Argentina, que no sea ésta quien explote un millón de toneladas por año que capturan los buques extranjeros?; ¿o que el 70% de las 800 mil toneladas capturadas anuales por nuestro país se exporten con bajo valor agregado? Nada menos que duplicar -al menos- el empleo y la riqueza, y tener bajo control el recurso.

El final está por venir. Qué podemos esperar del responsable de la administración que nos dice: “… la subsecretaría tuvo superávit”, como si se tratara de un negocio privado; o “el año pasado el sector pesquero incrementó un 64% sus aportes al pago de distintos derechos y ello representó un adicional superior a los 30 millones de pesos”; ignorando el incremento de los costos internos y un dólar devaluado, con graves perjuicios para una actividad exportadora. El relato es tal, que el funcionario nos refiere a que “están agregando valor y dando más trabajo” porque la exportación alcanzó a 1.500 millones de dólares; cuando es sabido que el aumento de valor exportador del langostino sumó un 41% de las ventas; donde,  además de tratarse de una especie de bajo valor agregado, su exportación está en manos de unas pocas empresas. Denominar a esto crecimiento, aumento de valor y  empleo, se cae en los dichos del propio Bustamante: “… hay que admitir que se produjo una pérdida del trabajo formal” y que “hay que considerar la ayuda económica a las cámaras pesqueras para destinarlas a las embarcaciones que tienen más problemas para solventar los gastos de combustible y colaborar con los trabajadores del sector” (sic). ¿Es éste el modelo exitoso que potencia la producción y el trabajo?

¿Dónde están aquellos pioneros que se hicieron a la mar? ¿Quién dejó en manos inexpertas esta actividad que generó cientos de miles de empleos y pobló las ciudades más remotas del país? El engendro de la ley 24.922 intentó introducir la modernidad (las cuotas) y al mismo tiempo, mantener intacta la compra-venta de permisos y luego Cuotas, la captura con buques extranjeros de supuestos excedentes; que de haberlos, tendrían que servir para promover la construcción de buques nacionales y generar divisas a un país empobrecido.

¿A qué se debe que se sigan realizando gran parte de las prácticas que hacen insustentable el recurso? ¿Por qué los argentinos consumimos menos pescado que los países desarrollados y que los países pobres? ¿Por qué se promueve un modelo extractivo y de consecuente bajo valor agregado en las exportaciones? ¿Qué tipo de política internacional se lleva adelante que anualmente 300 buques extranjeros se expropian un millón de toneladas de nuestros recursos?; ¿Por qué la recurrente quiebra y crisis social en un sector que exporta a los mercados más exigentes del mundo? ¿Los pioneros y hacedores dónde están? “…Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar” (Martin Niemöller, 1946).

 Los ejes de la investigación, explotación  y control nacional del mar deben establecerse en una nueva Ley Nacional de Pesca que garantice la sustentabilidad biológica, ambiental, económica, social, cultural y ética.

Dr. César Augusto Lerena

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