sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº4455

Noticias | 3 jun 2019

Armadores de Galicia y Portugal se unen contra la pesca fantasma


Grandes cantidades de botellas de plástico, latas y bolsas flotan en los mares de todo el mundo. Pero hay otro residuo menos visible y conocido que también está acabando con la fauna marina: las redes de pesca perdidas o abandonadas. La FAO, agencia de las Naciones Unidas para la agricultura y alimentación, denunció el problema en 2009, hace ya 10 años, sin que los países hayan hecho mucho al respecto. Por suerte, organizaciones de España y Portugal lanzaron recientemente un proyecto para detectar y retirar esta basura y formar a los pescadores en el manejo adecuado de los desechos que se generan a bordo de sus embarcaciones. NetTag localizará los aparejos con el uso de unos sensores acústicos y los extraerá con la ayuda de un robot sumergible. Ambos dispositivos se encuentran en fase de desarrollo en la Universidad de Newcastle. El proyecto es una iniciativa del Ciimar, centro de investigación marina de la Universidad de Oporto, a la que se ha sumado la cooperativa de armadores de pesca del puerto de Vigo ARVI. También participan las universidades de Santiago de Compostela y de Aveiro, que evaluarán el coste-beneficio de implementar esta tecnología en sus respectivos litorales. Según cifras publicadas por la FAO en 2009 y confirmadas por la World Animal Protection (WSPA) en 2018, todos los años se pierden, abandonan o desechan al menos 640.000 toneladas de aparejos, lo que supone el 10% de los residuos marinos. Millones de animales, incluidas las ballenas, focas y tortugas en peligro de extinción, pierden la vida o sufren daños al enredarse o tragar los restos de plástico de estos materiales. “La pesca fantasma es uno de los mayores problemas que afrontan los océanos, junto con la sobrepesca, el cambio climático y la pérdida de hábitats”, afirma Eneko Aierbe, responsable del área marina de Ecologistas en Acción. “De hecho, está íntimamente ligada a la sobreexplotación pesquera, puesto que estos aparejos capturan todo tipo de especies que luego no son aprovechadas, perjudicando el oficio y futuro de los mismos pescadores”, advierte. Como muchos de estos microplásticos acaban en el estómago de los animales, la pesca fantasma también contamina la cadena alimentaria. Según WSPA, el consumidor europeo de mariscos está expuesto a 11.000 partículas al año. No hay estudios concluyentes, pero el impacto tóxico de esta ingesta podría incluir alteraciones genéticas y hormonales. Edelmiro Ulloa, gerente adjunto de ARVI y responsable del proyecto en España, informa de que actualmente las embarcaciones intentan recuperar las artes de pesca perdidas con ganchos y otros equipos, pero este método es costoso y no siempre eficaz. NetTag, en cambio, utilizará sensores acústicos y vehículos autónomos. LAS CIFRAS 640.000 toneladas de redes de pesca acaban tiradas todos los años en el fondo del mar. 600 años tardan en degradarse los plásticos que componen estos aparejos. El proyecto, financiado por la Agencia Ejecutiva para Pequeñas y Medianas Empresas de la Comisión Europea, empezó en abril y durará dos meses. En ese tiempo se probará la tecnología y se impartirán talleres de sensibilización a tripulantes de buques pesqueros en Galicia y el noroeste de Portugal. El proyecto concluirá con la celebración de dos grandes eventos en fechas todavía por determinar, uno sobre recogida de aparejos fantasma titulado Clean Ocean Day, y otro de tipo demostrativo, en el que se explicará cómo funcionan los localizadores acústicos y robots. Aierbe considera que iniciativas como NetTag son “más que necesarias” y muy interesantes desde el punto de vista ambiental. “Además, es de valorar la implicación del sector pesquero, lo que no siempre sucede. Pero es cierto que cada vez es más habitual que los propios pescadores sean conscientes del problema que conllevan los aparejos perdidos o abandonados”, comenta. IDENTIFICAR AL PROPIETARIO ES CLAVE Eneko Aierbe, de Ecologistas en Acción, confirma que desde que la FAO abordó el problema en 2009, España y el resto de países europeos han avanzado poco en este tema. “Sabemos que se está implementando legislación y que hay proyectos para recuperar e identificar las artes de pesca, puesto que uno de los problemas es que no se puede saber con claridad a quién pertenecen las redes encontradas en el mar”, explica. Entre las medidas que reclaman los expertos figuran generalizar la identificación de la propiedad de los aparejos, establecer la obligatoriedad de aviso por pérdida y publicar guías de buenas prácticas. “Por supuesto, como es inherente al ser humano, estas medidas deberían ir acompañadas de multas y sanciones por los incumplimientos, puesto que de otra forma no serán efectivas”, apunta Aierbe. La FAO aprobó en julio de 2018 directrices voluntarias sobre el marcado de artes de pesca. Este documento recomienda a los Gobiernos crear un sistema capaz de proporcionar información suficiente sobre el propietario de las redes y la embarcación y que sea de fácil aplicación. Además, les sugiere contar con un mecanismo de seguimiento, control y vigilancia que contemple sanciones en caso de incumplimiento. (Gentileza: Carlos Otiniano Pulido)  
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