La Ley N° 3287  que decretó de utilidad pública y sujetos a expropiación los bienes de la firma Vieira Argentina S.A hay que decirlo sumió en la miseria y en la desesperación a cientos de familias deseadenses que se acostumbraron a vivir a  orillas de la desgracia. Tal es el caso Antonio Bustos y de Lautaro, su pequeño de 7 años que quedó sin obra social justo en el momento en que le detectaron un tumor en el cerebro. “Cambio este subsidio por mi trabajo, sería capaz de devolver toda esa plata que me dio el Estado pero quiero mi trabajo, y a esos que quieren alargar este proceso les diría que lo que yo sufrí y sigo sufriendo con hijo no se lo deseo a nadie, porque cuando a mi nene le diagnosticaron la enfermedad no tenía obra social, debíamos trasladarlo de urgencia a Buenos Aires y nadie del Gobierno me dio una mano”, señaló conmovido a Mar&Pesca. Obrero histórico de Vieira, Bustos no se anduvo con vueltas para señalar que el interventor designado por la provincia, Diego Marzioni  se le reía en la cara. “Me tenía con mentiras, me hacía esperar, decía que me iba a dar una ayuda para costear los gastos de la estadía en Buenos Aires, pero nunca me dio nada, después entendí que Marzioni se burlaba de mi dolor, del dolor de toda una familia”, dijo con los ojos enrojecidos por ese mal recuerdo. Por la larga batalla que libró junto a su familia para sacar a flote a su hijo, Antonio es  un ejemplo de lucha para todos los que lo conocen, es que este hombre de trato cordial se muestra piadoso hasta cuando dice que le apaga la radio a algunos políticos:  “La escucho hablar a esa señora  diputada (Selsa Hernández) y apago la radio, es mejor no oír esos discursos vacíos”, dice y remata;  "Esa señora habla de justicia, de igualdad, de Perón y de Evita pero jamás se acercó a preguntar si necesitábamos algo, si mi hijo estaba bien aunque sea por humanidad”, sostiene categórico. A horas del tratamiento  del proyecto de ley Nº 525/14 del diputado Jorge Arabel por el que se propone derogar la expropiación, Antonio  quiso quedarse en Deseado, junto a una veintena de ex trabajadores prefirió viajar a Río Gallegos. “Queremos estar ahí para que ver como nuestra fuente laboral vuelve a reactivarse, porque eso nos da esperanzas” dice  convencido, ya con el pie en el estribo, a punto de emprender el viaje.